viernes, 5 de febrero de 2016

Entre las paginas de: Un paseo para recordar

1.- —Quiero casarme —apuntó lentamente—. Y cuando llegue el momento, deseo
que mi padre me lleve hasta el altar y que toda la gente que conozco esté presente.
Quiero que la iglesia esté abarrotada de gente.
—¿Eso es todo? —Aunque no era reacio a la idea del matrimonio, me parecía una
idiotez que tu objetivo en la vida fuera ese.
—Sí —afirmó—. Eso es todo lo que quiero.

2.- —¿No lo entiendes? —grité, exasperado—. ¡No estoy nervioso por la función, lo
único que me pasa es que no quiero estar aquí! ¡No quiero acompañarte a casa, no
quiero ser la comidilla de mis amigos y no quiero pasar más tiempo contigo! ¡Te
comportas como si fuéramos amigos, pero no lo somos! ¡No somos nada, ni amigos
ni nada más! ¡Solo quiero que todo esto se acabe para que pueda volver a mi vida
normal!
Jamie me miraba cariacontecida por mi ataque de cólera, y, para ser sincero, no
podía culparla.
—Entiendo. —Fue todo lo que dijo.

3.- No fue un beso muy largo, y desde luego no fue uno de esos de película, pero fue
maravilloso a su manera. Lo único que recuerdo es que, cuando nuestros labios se
rozaron, tuve la certeza de que jamás olvidaría aquel instante

4.- "—Bueno —adopté un tono más serio—, sabes que es amor cuando solo quieres estar con esa persona, y cuando más o menos crees que la otra persona siente lo mismo por ti."

5.- El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni
orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no
guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

6.- —Lo que acabas de ver —dije— es el puro reflejo de lo que siento por ti.

7.- Estaba enamorado de ella, tan profundamente enamorado, que no me importaba si
estaba enferma ni que no pudiéramos estar juntos mucho tiempo; ninguno de esos
factores me parecía relevante. Lo único que deseaba era hacer lo que mi corazón me
dictaba. Era la primera vez que Dios me hablaba de forma directa, y, de ningún modo,
pensaba desobedecerlo.

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