Cualquier
persona se sentiría destrozada si su casa quedara parcialmente
destruida por un huracán. Este fue el caso de Karen, hasta que su
madre le dijo que se mudarían a una pequeña casita en el medio del
bosque a dos horas de distancia de cualquier tipo de civilización.
De cierta manera se sentía culpable por estar feliz por algo malo
que les había ocurrido, pero gracias al trabajo de su madre ambas
estaban bien de dinero. Por eso su madre había tomado la decisión
de rentar aquel lugar, para que su hija cumpliera su sueño de vivir
en el medio de la nada. Todo esto era solo por el tiempo que tardaran
en reparar completamente su casa.
Su nuevo
hogar era una casita como salida de un cuento de hadas, enormes
árboles la rodeaban por todas direcciones y las ramas de estos se
cernían sobre la estructura como tratando de abrazarla, la casa era
de dos plantas, hecha de madera y cuando había una fuerte brisa, se
podía oír el rozar de las ramas contra las paredes y lo mejor de
todo era que la luz del sol se filtraba entre las ramas de los
arboles, lo que hacía que el interior fuera fresco, sin necesidad de
usar calefacción o aire acondicionado.
A Karen le
fascinaba tirarse sobre la hierba y oír los sonidos de la
naturaleza, el traquetear de la madera, el susurrar del viento, el
cantar de los pajarillos y el caer de las hojas, aquellos sonidos
eran tan relajantes, que podía permanecer así por horas; nada que
ver con su hogar en la ciudad, donde todo estaba pavimentado y no
habían arboles para admirar.
Ellie,
su madre, no pasaba mucho tiempo en casa, ya que tenía que
levantarse muy temprano para poder conducir las dos horas que se
tardaba en llegar a su trabajo, entonces para compensar la ausencia
en la vida de su hija, le compró una cámara digital. Karen antes
había tenido una cámara profesional, pero esta se la había llevado
su padre cuando decidió
abandonarlas. Esta no era como aquella cámara, pero esto no desanimó
a Karen en lo más mínimo. Así que empezó a tomarle fotos a la
casita desde todos los ángulos posibles, cuando terminó, se adentró
un poco más en el bosque, quedó impresionada al ver los enormes
árboles que se habían desplegado y crecido en toda su gloria, ya
que ningún humano se había osado en cortar sus gruesas ramas
cubiertas de tantas hojas, que solo permitían pasar un poco de luz
solar; además las raíces de los árboles eran tan grandes y gruesas
que emergían como dedos enormes de la tierra. Karen le tomaba foto a
cada árbol, a cada piedra, a cada raíz de árbol e incluso a un
hermoso arrollo que cruzaba entre los árboles, aquella foto, era tan
preciosa que siempre la recordaría como la imagen perfecta del
paraíso.
Karen
caminó mucho más profundo en el bosque, en línea recta para luego
poder volver a casa. La cámara digital estaba a punto de quedarse
sin baterías, así que Karen se disponía a deshacer su camino para
volver a la casita, hasta que divisó a unos cincuenta metros de
distancia un hermoso claro, donde la luz solar brillaba plenamente
sin la intromisión de ningún árbol. Decidió echarle un vistazo.
Así que caminó entre las rocas y ramas caídas. Cuando llegó
levantó la vista, la luz del sol iluminaba las ramas de los árboles
que se mantenían al margen del claro, formando un perfecto círculo
donde no crecía nada, la tierra era llana, sin rocas, sin maleza,
sin pasto, sin flores, sin nada, solo tierra húmeda. Un escalofrío
le recorrió la espalda a Karen cuando divisó algo negro en todo el
centro del claro. Se acercó lentamente y vio unas pequeñas rocas
que formaban un enorme círculo, dentro del cual había unas figuras
largas y blancas color... hueso. Karen prendió de nuevo la cámara y
le tomó una foto a aquel círculo. Esos no podían ser huesos, se
repitió una y otra vez en su cabeza. Retrocedió lentamente y
tropezó con algo, o mejor dicho algo la agarró por el tobillo.
Calló sentada y su cámara salió despedida unos cuantos metros, se
puso de pie rápidamente, cogió la cámara y cuando fue a ver lo que
la había hecho tropezar, no vio nada.
Karen
salió corriendo tan rápido como sus pies le permitían, las raíces
y las rocas no le supusieron problema alguno, ya que sus deportivas
la hacían más ágil o quizá era que el bosque se lo había hecho
todo más fácil, para que escapara tan rápido como pudiera... quizá
porque aún no le había llegado su hora.
Karen
llegó jadeando a su casa. Ella nunca había estado tan inquieta en
su vida, la imagen perfecta que tenía de aquel lugar se había ido
por un tubo en cuanto vio aquellas cosas medio enterradas que
parecían ser huesos. Entro a su casa, subió a su habitación, se
deshizo de sus deportivas y prendió la computadora, conectó la
cámara y empezó a ver una por una las imágenes que había tomado.
Poco a poco se fue relajando, aquellas imágenes de un bosque tan
mágico no podían asustarla, quizá aquellos huesos eran de algún
animal salvaje del cual algunos campistas se habían alimentado, pero
eso no explicaba el hecho de que algo la hubiera tomado por el
tobillo y la hubiera hecho tropezar.
¿Que
diablos había sido eso?
Karen
trató de desechar aquellos temores absurdos, pero estos aún
cosquilleaban en lo más profundo de su mente. Siguió mirando las
imágenes. A ella siempre le había gustado tomar fotos, siempre lo
había considerado como tratar de robar la imagen de un momento
perfecto, pero una foto nunca llegaba a capturar completamente la
belleza de un escenario tal como sus ojos lo hacían. Al llegar a la
última foto, Karen no pudo despegar su vista de aquellos huesos
enterrados, pero eso no era lo peor, había otra foto, una que no
recordaba haber tomado. La imagen mostraba aquel extraño circulo
negro con huesos y los hermosos árboles de fondo, pero algo extraño
le llamó la atención, entre las hojas de los árboles había algo
que no había estado allí antes, pulsó el botón de zoom del visor
de imágenes y vio algo que le sacó todo el aire del pecho e hizo
que todos los vellos de su cuerpo se erizaran. Unas hojas color rojo
sangre formaban una palabra o mejor dicho una advertencia a la cual
debió haber hecho caso: "Vete".
Karen
no pudo dormir bien esa noche, ni las que le siguieron. Antes había
encontrado relajante el sonido de los grillos el ulular de los búhos,
el aullar de los lobos y el susurrar del viento, ahora parecía que
detrás de cada sonido había algo más aterrador, incluso en un par
de ocasiones había creído escuchar el crepitar de una hoguera y
murmullos en la oscuridad y una vez hubiera jurado que le susurraban
'vete' al
oído, pero siempre que se deshacía de sus sabanas y se asomaba por
la ventana, solo encontraba oscuridad.
Karen
quería irse de aquel espantoso lugar, el mismo lugar que semanas
antes había considerado el mismísimo paraíso ahora se había
vuelto todo un infierno, pero temía confesarle sus temores a su
madre, ya que ella había rentado aquel lugar para darle gusto y al
parecer su madre no notaba nada fuera de lo común.
Todo cambio
cuando una noche escuchó el grito de su madre, Karen se levantó a
trompicones de la cama.
—¡Mamá
que pasa! ¡Mamá!—chilló, mientras le daba golpes a la puerta de
su habitación que no habría.
—Mamá!!!—Chilló
más fuerte, le dio golpes a la puerta hasta que le palpitaron las
manos—¡Mamiiiiiii!—aulló.
—Te
lo advertimos—ladraron unas voces
desconocidas.
Cuando
entreabrió los ojos vio a su mamá.
—Karen,
Karen querida despierta—su madre estaba sentada al lado de su
cama—Tranquila nena—dijo cuando Karen se incorporó—solo fue
una pesadilla.
Karen estaba
aterrada, estaba bañada en sudor y su largo cabello se le pegaba al
rostro, se lo apartó y su mano quedó totalmente impregnada de
sudor.
—Esta
bien mamá, ya estoy bien.
Su
mamá le dio un vaso de agua helada y le deseo dulces sueños dándole
un beso en la frente.
Karen no
podía conciliar el sueño, así que se levantó para abrir la
ventana, cuando lo hizo, una luz en el bosque le llamó la atención.
Karen estaba sobreexcitada por la pesadilla y ya estaba harta de la
paranoia que la estaba invadiendo, así que se decidió en ir a
investigar, se cambio de ropa, se puso un pantalón deportivo y una
camiseta ancha junto con sus deportivas, se ató el cabello en una
coleta y tomó su celular.
Salió
de la casa y se sumergió entre la oscura espesura del bosque.
Convenientemente, su celular tenia linterna así que iluminó el
suelo para evitar tropezar con cosas, pero no podía evitar pensar
que así seria más fácil que la vieran, desechó aquel inquietante
pensamiento y siguió la dirección de aquella tenue luz que no
alcanzaba por más que caminara.
Después
de casi una hora de recorrido en la oscuridad silenciosa del bosque,
la luz se fue haciendo más grande, Karen apagó la linterna de su
celular y se acercó sigilosamente. Alrededor de la hoguera habían
unas figuras encapuchadas, eran aproximadamente trece personas y
todas emitían un leve murmullo rítmico e hipnótico, tan suave que
se hacía difícil entender de lo que hablaban, solo pudo reconocer
que todos hablaban al unísono.
Una
brisa suave y fría la hizo estremecer, haciéndola salir de su
ensoñación. Karen tenía curiosidad de saber que hacían aquellas
extrañas personas, pero no era tan estúpida como para acercarse y
averiguarlo, se dio la vuelta y echó a correr, trató de prender de
nuevo la linterna de su celular, pero esta no respondía, apretó los
botones y nada, hasta que por fin apareció de la nada unas letras en
la pantalla que rezaban "Los Dark
Guardians no permiten intrusos en su bosque, si logras huir estas a
salvo, pero lárgate. Si te atrapamos DATE-POR-MUERTA".
Karen quedó petrificada, todo su
cuerpo temblaba, ¿Así que de esa manera iba a morir? ¿De aquella
manera tan cobarde y sin poder defenderse? ¿Había razón para tomar
aquel mensaje enserio o era algún tipo de broma sádica? Ella no
estaba dispuesta a quedarse y averiguarlo.
Tiró el
celular tan lejos como pudo y empezó a correr.
La oscuridad
del bosque parecía cernirse sobre ella, los árboles parecían
juntarse para aprisionarla, y las rocas y las raíces parecían
moverse para interponerse en su camino para hacerla tropezar. No
podía ni ver sus propios pies. Era como si la oscuridad a la cual no
le había temido cuando era niña hubiera esperado pacientemente
aquel momento para no dejarla escapar.
Parecía que
le había llegado su hora.
Después de
ir tropezando a cada paso que daba, Karen sentía dolores y rasguños
en la mayor parte de su cuerpo, de nada valía detenerse y tratar de
ubicarse, la oscuridad se la había tragado y estaba totalmente
perdida, siguió caminando a tientas por la oscuridad, hasta que
tropezó con algo suave y caluroso.
—Te
lo advertimos—musitaron unas voces al
unisonó provenientes de todas direcciones.
Karen
chilló como nunca había chillado en su vida, sintió como sus
fuertes alaridos lastimaban su garganta, pero no le importó, siguió
chillando, quizá así alguien tal vez la oiría. Sus fuertes gritos
cesaron de repente cuando un golpe con un objeto punzante y sólido
le hizo perder el conocimiento.
Cuando
Karen despertó aún era de noche, pero la luna iluminaba todo el
lugar con su preciosa luz plateada, el palpitar doloroso de su cabeza
la sacó de su ensoñación, sentía su rostro húmedo y su cabello
estaba pegado a su rostro. Miró alrededor mientras las figuras
encapuchadas se cernían sobre ella.
—Los
Dark Guardians aborrecen los intrusos,
—musitaron todos al tiempo—se les
advirtió a las intrusas muchas veces.
—Karen intentó incorporarse, pero unas cuerdas ataban sus muñecas
y tobillos a cuatro estacas de hierro clavados en la tierra. —Una
no escuchó, la otra sí, pero siguió rondando la pureza del Bosque
del Guardián. El dios Guardián exige justicia, exige lo más
valioso para la chica, exige su vida pero más que nada exige sus
ojos.
Si aquel
Guardián había exigido los ojos de Karen, enserio se había tomado
la molestia en indagar. Los ojos de la chica eran su orgullo, no solo
porque fueran de un precioso verde jade, sino porque solo con ellos
podía capturar y apreciar la belleza de las cosas hermosas y oscuras
que se encontraban en el mundo, algo que muchas personas no se
detenían a valorar.
— ¡Suéltenme!—chilló
Karen. —Me iré, lo juro, pero por favor—sollozó—por favor
déjenme ir. ¡No volveré nunca más!
—Promesas
vacías de un alma condenada a la muerte.
— Rezaron las voces.
Una de las
figuras encapuchadas sacó un cuchillo de la nada. Karen vio la hoja
resplandecer contra la luz de la luna.
¿Así que
esa era la noche donde sus diecisiete años de vida estaban
destinados a terminar? Su corazón se contrajo dolorosamente en su
pecho, como tratando de reclamar el amor de aquel hombre desconocido
del cual aún no se había enamorado, con el cual iba a pasar los
años más felices de su vida, con el cual iba a tener unos preciosos
hijos y con el cual caminaría por el parque tomada fuertemente de la
mano cuando tuviera sesenta y cinco años. Sus lágrimas salieron
descontroladamente y empezó a forcejear contra las cuerdas pero
único que logró fue desgarrarse la piel de las muñecas.
Todo estaba
perdido.
Ella estaba
condenada.
La
figura encapuchada se acercó y Karen se retorció tan
convulsivamente que escuchó como el hueso de su muñeca izquierda se
quebraba, se sintió desfallecer por el dolor, pero aún así no
perdió el conocimiento. La figura encapuchada ignorando los
forcejeos de Karen se inclinó y con la punta del afilado cuchillo
escribió unas palabras en su antebrazo derecho, Karen gimió y movió
involuntariamente el brazo, lo que ocasionó que el cuchillo se
hundiera más en su piel.
—Termina
ya. —Ordenaron las otras voces.
La
persona encapuchada situó el cuchillo en la garganta de Karen, su
corazón latió tan fuerte que pudo ver el movimiento de este contra
su pecho, estaba tan triste, tan aterrada, tan decepcionada, no por
morir, sino por dejar sola a su madre y por todas las cosas que no
había podido vivir.
Con un
movimiento rápido y profundo del cuchillo, el encapuchado rasgó
completamente el cuello de Karen. Ella pudo sentir como la vida se le
escurría y escapaba por su cuello, de cómo esta le empapaba la
camiseta en un rápido fluir caliente, Karen intentó chillar, pero
sus pulmones le ardían por la falta de oxigeno, su cuerpo empezó a
convulsionar y en un vano intento de respirar por la boca, lo único
que obtuvo fue llenarsela de sangre.
La persona
que le había cortado el cuello se echó la capucha hacia atrás y
empezó a reír locamente.
—El
Guardián me favorecerá por eliminar al intruso, y que más muestra
de lealtad que matarla a ella— aún mientras los ojos de Karen se
nublaban por su cercanía a la muerte, pudo ver como los ojos color
jade de aquella persona se iluminaban con la luz de la luna.
Era su
padre.
Su asesino.
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— ¡Mamiiiiii!
Ellie
se despertó jadeante, había tenido una pesadilla, pero no lograba
recordarla. La habitación de la pequeña casita en medio del bosque
se hallaba totalmente iluminada, se le había hecho tarde para el
trabajo. Se puso en pié y se dio una rápida ducha, tomó un rápido
desayuno y cuando iba a despedirse de su hija vio lo tarde que se le
había hecho así que volvió a la salita de estar, cogió su bolso y
se precipito por la puerta principal. Cuando
cerró la puerta y dio un par de pasos, vio una pequeña cajita
blanca que se encontraba en el primer escaloncito del porche, se
inclinó para recogerla. Tomó entre sus manos la cajita ligeramente
pesada. Ellie empezó a temblar sin motivo alguno, aún así le quitó
la tapa. Cuando vio el contenido, soltó la caja como si esta
estuviera cubierta de acido corrosivo. Un nudo de terror puro se le
formó en la garganta, pero se las arregló para mover su cuerpo e ir
chillando el nombre de su hija una y otra vez mientras se adentraba
cada vez más en el bosque.
Una
fuerte brisa arremetió contra los árboles lo que ocasionó que sus
ramas chocaran fuertemente contra la estructura de la casita. Un par
de globos oculares color jade, rodaron por las escaleras del porche y
se perdieron entre la espesura del bosque.
Fin.
Autora; Carolina Velásquez del blog Descrifrándolos
Wow! que historia! Algo de miedo me ha dado, tu blog es increíble, prometo pasar más seguido por acá :)
ResponderBorrarTe sigo ;D
Un beso & saludos desde México ;)
Blogger: Occhi sognatori - Ojos soñadores - Publicar un comentario en la entrada
ResponderBorrarsac longchamp
*-* Muchas gracias Génesis por compartir mi historias en tu blog!!!!!!
ResponderBorrarBesos!
Uff que desagradable Reconozco que está bien contada pero ya te dije que detesto las pelis de terror. Las prefiero con final feliz.
ResponderBorrarBss
Holaa Feliz Halloween (:
ResponderBorrarQue historia, tiene mucho terror. Me ha gustado mucho. Escribes muy bien
Super el relato :D escribe bastante bien! Me agrada!! :D
ResponderBorrarSaludos!