Dos marineros amigos,
Jacques y Henri, trabajaban en un buque carguero por el mundo, y
andaban todo el tiempo juntos. Cada vez que llegaban a un puerto,
bajaban a tierra a ver y a conquistar chicas. Un día arribaron a una
isla del pacífico, en la Polinesia Francesa, desembarcaron y fueron
al pueblo a divertirse.
En el camino se cruzaron
con una muchacha que estaba lavando ropa en un pequeño arroyo.
Jacques se detiene a conversar con ella. Le hace preguntas sobre la
isla, sobre las costumbres de la gente, se interesa en saber mas de
ella como persona, lo que quiere hacer en la vida, lo que piensan sus
padres de los forasteros y muchas curiosidades de ese tenor. La chica
lo escucha con atención y va respondiendo con firmeza e inteligencia,
y hasta con cierta timidez, las inquietudes de Jacques. La charla
dura un largo rato.
Henri se queda al margen
de la conversación, pero al notar que esa mujer no es nada del otro
mundo le dice a su amigo que no pierda el tiempo, que debe haber mas
chicas bellas en el pueblo. Sin embargo, el otro insiste en continuar
el dialogo y asi se va casi toda esa tarde en esa entrevista. La
mujer aceptando la charla de Jacques sin dejar de hacer sus tareas
con la ropa, hasta que, finalmente, le dice al marinero que las
tradiciones del lugar le impiden hablar mucho tiempo con un hombre,
salvo que este manifieste la intención de casarse con ella. Dado el
caso, entonces debe hablar primero con su padre, quien es el jefe o
patriarca del pueblo, Jacques acepta y le dice: -Esta bien. Llévame
ante tu padre si es asi, ¡Quiero casarme contigo!
2
El amigo, cuando escucha
esto no lo puede creer y le dice a Jacques: -¿Por qué te metes en
problemas?
Hay un montón de mujeres
mas lindas en el pueblo. ¿Para que tomar una desicion tan
precipitada? -No es broma Henri. Me ha interesado mucho esta
muchacha, es inteligente y fina; me quiero casar con ella. Espero ver
a su padre para pedir su mano.
Y, sin escuchar a su
amigo, Jacques siguió a la mujer al encuentro con el patriarca de la
aldea. El marinero le expone ampliamente sus deseos, mientras el jefe
de la tribu lo escucha con cuidado, enseguida le manifiesta que en
esa aldea la costumbre era pagar un dote por la mujer elegida para
casarse, le dice que tiene varias hijas, y que el valor de la dote
varia según las cualidades de cada una de ellas: Por las mas hermosas
y jóvenes se debía pagar nueve canoas, y como el tenia otras hijas no
tan hermosas y jóvenes, pero excelente cuidando a los niños y
cocinando, esa valían siete canoas; y asi iba disminuyendo el valor
de la dote de acuerdo con los atributos de cada una.
El marinero le explica
que había elegido a la chica que vio lavando ropa en un arroyo y el
jefe le dice que esa hija, por no ser de las mas agraciadas, le
valdría solo 3 canoas. -Esta bien- respondió Jacques – me quedo con
la mujer que elegí y pago por ella 9 canoas.
El padre de la mujer, al
escucharlo le dijo: -Usted no entiende, la mujer que eligió cuesta 3
canoas, mis otras hijas mas jóvenes y bellas cuestan 9 canoas. -Muy
bien- respondió nuevamente Jacques. Me quedo con la chica que elegí,
pero pago por ella las nueve canoas.
Antes la insistencia del
hombre, el padre, pensando que siempre aparece un chiflado acepto y
de inmediato comenzaron los preparativos para la boda lo antes
posible. Henri no lo podía creer y pensó que Jacques había
enloquecido de repente, que se había enfermado de algo, o que se
había contagiado de un raro delirio tropical. Pero finalmente, el
hombre se caso con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y
a la mañana siguiente Henri partió en el barco, dejando en es isla a
su compañero de toda la vida.
3
El tiempo paso y Henri
siempre se preguntaba por la suerte de su amigo en aquella isla
lejana, hasta que un dia, años después, el itinerario de un viaje lo
llevo al mismo puerto donde se había despedido de el. Ansioso por
saber que le había sucedido, salto al muelle y comenzó a caminar
hacia el pueblo.
En el camino se cruzo con
un grupo de gente que venia marchando por la playa, llevando en alto
y sentado en una silla a una mujer bellisima y muy bien atraviada.
Todos entonaban canciones, obsequiaban flores a la mujer y esta la
retribuía con pétalos y guirnaldas. Henri creyó que estaban en
fiestas, paso de largo y prosiguió en búsqueda de su amigo.
Cuando se encontró con
Jacques se abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven
durante mucho tiempo. El marinero no paraba de preguntar: ¿Y como
estas? ¿Te acostumbraste a vivir aquí? ¿Te gusta esta vida? ¿No
quieres volver? Finalmente, se atrevió a preguntarle: -¿Y como esta
tu esposa? Al escucharlo, su amigo Jacques le respondió: -Muy bien,
esplendida. Es más creo que la vistes llevada en andas por un grupo
de gentes en la playa que festejan su cumpleaños.
Henri, al recordar a la
mujer poco agraciada que años atrás había encontrado, le pregunto si
se había separado y tenia una nueva esposa mas bella – No. Es la
misma muchacha que encontramos lavando ropa años atrás. -¡Pero
como! La que vi en la playa es muchísimo mas hermosa, femenina y
agradable, ¡Como puede ser! -Pregunto el marinero – Muy sencillo-
Respondió Jacques: Me pidieron de dote 3 canoas por ella, y ella
misma creía que valía solo 3 canoas. Pero yo pague por ella mas
canoas, la trate y la considere siempre como una mujer de nueve
canoas. La amé y la amo como a alguien de esa valía y ella se
trasformo en una mujer de nueve canoas.
Marta Ines Bernal
Trujillo
Jaime Lopera Gutierrez
La culpa es de la vaca
para mujeres
-Anécdotas, parábolas y
reflexiones sobre el poder femenino-.
¿Les gusto? ¿Han leído los libros de "la culpa es de la vaca"?
Preciosa metáfora. Me ha encantado. Si no nos valoramos nosotros mismos o los que tenemos cerca, al final nos sentimos mal...Al final somos lo que creemos.
ResponderBorrarBonita metáfora. Nos enseña a querernos y valorarnos. La gente no sabe que realmente tiene un gran valor en el interior.
ResponderBorrarque bonito cuento, hay mucha gente que se infravalora hasta que llega alguien que te hace ver lo que realmente vales.
ResponderBorrarQué bonito!!!! me ha gustado mucho, es verdad que lo primero que debemos hacer es valorarnos a nosotros mismos para que los demás nos valoren y si no somos capaces de hacerlo nosotros, siempre habrá alguien que verá más allá de nuestro exterior o de lo que le digan y nos hará comprender nuestra valía!
ResponderBorrarMuy bonito, me ha encantado y con una bonita metáfora, no siempre lo que parece mejor lo es, hay que saber valorar mejor a las personas y las cosas, hay que ver más el interior que el exterior. Gracias por el post.
ResponderBorrarmuy bonito.ahi que aprender a valorar lo bonito que tenemos.
ResponderBorrarNo lo he leído y creo que estoy perdiendo mi tiempo, cuanto antes debo hacerlo, es una preciosa historia. Estoy ansiosa por compartirla, por contarsela a todos.
ResponderBorrarRefleja cuan importante es valorarse a una misma, quererse con todas nuestras virtudes y defecto y creer verdaderamente que ante todo somos mujeres hermosas, pero que valemos por lo que somos y hacemos, pero sobre todo hay que creer que ante todo somos preciosas y valemos 9 canoas
Que bello relato de verdad.
Sin dudas que me lo apuntó, me gustó muchísimo! No sé si es tanto una metáfora o una alegoría, pero el mensaje es cierto y llega! Muchas gracias por compartirlo.
ResponderBorrarDeja un mensaje muy claro esta metafora..... me encanto
ResponderBorrarBellísimo mensaje, muchísimas gracias por compartirlo con nosotros. Es cierto que a menudo adjudicamos a algo menos valor del que realmente tiene, incluso hacemos eso con nosotros mismos. Hasta que alguien nos abre los ojos y nos hace ver que somos más de lo que creemos. Un besazo.
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